«Emergencia Hídrica: Un compromiso permanente de Estado y Sociedad Civil»

Por Ariel Rodríguez, Concejal de la UCR en el Frente Progresista Cívico y Social.

Santa Fe está emplazada en una zona de riesgos  por inundaciones. Esto que es una verdad evidente, paradójicamente no ha formado parte de nuestra cultura ciudadana. Lamentablemente no se enseña desde pequeños en hogares y escuelas, no se trasmite, como sería necesario, de generación en generación incentivando los comportamientos y las costumbres positivas necesarias relacionadas con nuestra particular ubicación entre dos ríos de llanura.

Acciones y compromiso gubernamentales

Mucho es lo que hemos avanzado desde las trágicas inundaciones del 2003 y del 2007 ya sea tanto en materia de obras, como en la existencia de un plan de contingencia. Hoy tenemos un Estado preparado para manejar y conducir las  emergencias.

Se diseñaron las respuestas necesarias de un estado-gobierno presente. Desde el año 2008 se han  invertido más de 400 millones de pesos en obras de desagües pluviales, limpieza y desobstrucción de los mismos, cableado, funcionamiento y repotenciación del sistema de bombeo, limpieza y profundización de los reservorios del oeste, adquisición de nuevas bombas móviles y equipos de energía portátiles, mantenimiento de los terraplenes de defensa, elaboración y puesta en marcha del plan de contingencia. En tanto que además,  se sostiene como política de estado una inversión permanente para llegar a concluir el Plan Director de Desagües Pluviales.

En este sentido, continúa el compromiso gubernamental con la construcción de desagües pluviales en diferentes barrios de nuestra Ciudad. Los mismos permiten drenar el exceso de agua que se acumula en los lugares donde hay asfalto y no puede ser absorbida por la tierra.  El pasado 30 de junio el gobierno provincial firmó el contrato para la ejecución de la primera etapa del desagüe troncal de calle Llerena. Ya se finalizó el desagüe troncal de calle Lavaisse, el desagüe troncal de calle Facundo Quiroga, en el tramo comprendido entre Av. Aristóbulo del Valle y Peñaloza,  y el desagüe troncal de calle Entre Ríos presenta un avance de un 70 % y se prevé terminarlo para el mes de noviembre.  También se esta construyendo la casabomba 0 en Barrio Centenario y las obras de ampliación de la alcantarilla de la casabomba 1 están casi concluidas.

En el mes de junio se aprobó en el Concejo Municipal el Plan de Reservorios de La Costa y ya se están concluyendo las canalizaciones necesarias.

El conjunto de acciones y políticas implementadas le han valido a la ciudad premios y reconocimientos a nivel internacional que son un aliciente para seguir en esta tarea de recuperación de la ciudad.

Ahora bien, frente a la pregunta de si esto es suficiente, es claro que aún hay muchas obras por construir y mucho para avanzar  en materia de educación para la convivencia con el río y la emergencia.

Respecto de las obras, actualmente hay sectores de nuestra ciudad que se siguen inundando cuando llueve, son aquellos en los que las bombas móviles son vitales,  y que aún esperan la construcción de los desagües pluviales previstos en el Plan Director del Instituto Nacional del Agua. Entre ellos, el desagüe colector de calle Larrea,   el troncal de callejón el Sable, el desagüe de calle Quiroga entre Peñaloza y Blas Parera y el desagüe de calle Calcena, aparecen como prioritarios.

En este punto es menester detenerse para reclamar con justicia un mayor involucramiento del  Gobierno Nacional, para con estas obras pendientes. Desde el año 2006 en que se licitaron los desagües de las calles  Entre Ríos y Lavaisse, (párrafo a parte necesitaron de un esfuerzo presupuestario adicional del municipio para su terminación) que no se compromete con la realización de nuevas obras para favorecer el mejor escurrimiento del agua. De Nación aún esperamos el llamado a licitación del desagüe troncal de calle Espora.

También desde el punto de vista cultural y social aún es mucho sobre lo que tenemos que trabajar.

No todo es obras

Las costumbres sociales, los modos de vida, no deben estar en una asociación permanente con la emergencia hídrica,  en este sentido, es necesario evitar los asentamientos de personas en barrios inundables, que producen zozobras periódicas de sus moradores y una distracción permanente de recursos estatales para la atención y el refugio de familias evacuadas. Es cierto que muchas personas llevan años viviendo en estos lugares y que algunos – no todos- tienen como principal actividad de subsistencia la pesca. Pero también es cierto que es posible –y necesaria- su relocalización en otras zonas más seguras sin comprometer sus costumbres y su subsistencia económica.

La búsqueda de la cercanía con el río, no es motivo suficiente para su localización en áreas francamente inundables o de reservorios y por ende el compromiso y la solución deben ser integrales.

Los residuos y los desagües

En una ciudad como la nuestra que depende del escurrimiento del agua, la convivencia ordenada con los residuos urbanos es central, y debe ser una preocupación constante de nuestro sistema educativo para que las nuevas generaciones tomen conciencia de su situación y futuro, y además operen como una verdadera contracultura que propicie el mejoramiento de las prácticas cotidianas, para el mantenimiento y la protección del sistema de desagües.

Si necesitamos que el agua corra es vital que los desagües estén desobstruidos y esto no debe ser sólo una preocupación del Estado o del gobierno. Es imprescindible que personas e instituciones también protejan este verdadero sistema de defensa civil, que es el sistema de evacuación de agua de lluvia de  la ciudad.

Estamos convencidos que todos debemos tener un rol activo con respecto a la manipulación de residuos evitando arrojarlos en la vía pública, cumpliendo y respetando los días y horarios establecidos para su recolección, colocando cestos en altura, etc.  Básicamente se trata de promover conductas ciudadanas comprometidas con su propia seguridad. Una ciudad más limpia y segura también se hace desde el pequeño compromiso cotidiano.

Vivimos en una zona de peligro y debemos ser concientes que nuestras propias acciones y decisiones también definen nuestro futuro.

Hoy tenemos nuevamente ambos ríos al acecho. La situación está siendo correctamente abordad, pese a que tiene una magnitud mayor a las estimaciones previas, pero siempre es una buena oportunidad para reflexionar, sobre lo que se hizo bien, lo que avanzamos y lo que aún nos falta en materia de obras y de formación ciudadana. Esto es fundamental para producir conductas adecuadas a la convivencia en situación de riesgo; saber actuar frente  a la emergencia. Esta es una tarea permanente del gobierno pero también de las organizaciones de la sociedad civil, de las instituciones gubernamentales y no gubernamentales, asociadas con el tema. Pero fundamentalmente del sistema educativo y de las familias santafesinas, en una educación asociada a las buenas prácticas de convivencia con el río.

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